La calefacción de suelo radiante, un sistema para caldear viviendas que está ganando popularidad en los últimos tiempos, no es un invento reciente. Ya hace muchas décadas que en muchas zonas las viviendas antiguas, sobre todo en Castilla y León, contaban con un sistema de calefacción a través del suelo. Este recibía alimentación de una chimenea, estufa o cocina de leña. Este precursor del sistema actual fue, sin duda, un importante germen para el desarrollo de los sistemas que permiten la instalación y uso de la calefacción radiante actual.

Esta no es la única curiosidad de este sistema de calefacción, que emplea el suelo como medio para transmitir calor a viviendas y oficinas (Reformas de oficinas en Madrid) en invierno. La calefacción por suelo radiante esconde muchas sorpresas y anécdotas poco conocidas, pero que pueden resultar útiles, y como hemos visto, incluso sorprendentes. A continuación te contamos todos los secretos de este sistema de calefacción.

Los orígenes del suelo radiante

A pesar de que, según hemos comentado hace décadas que había sistemas de calentamiento de viviendas a través del suelo, en realidad su origen es muy anterior. El sistema de suelo radiante es un método para calentar estancias que ya se utilizaba hace muchísimos siglos. Los que se utilizaban en tierras castellanas en el siglo pasado se basaban sobre todo en la quema de leña para calentar. Pero los sistemas primigenios, que ya se utilizaban incluso antes de la aparición de los primeros cristianos, empleaban otro, basado en el calentamiento de agua.

En Reformadisimo hemos elaborado una comparativa de estufa de leña vs estufa de pellets.

Cuando estaba a la temperatura deseada se echaba por unos conductos que pasaban algunos centímetros por debajo del suelo. Estos podían ser de cerámica o de plomo, y finalizaban en una especie de piscinas o piletas de distintos tamaños. En ellas se aprovechaba para tomar baños termales, y podían ser tanto privadas como públicas. Por tanto cumplían una doble función.

El sistema utilizado en las casas castellanas utilizaba un sistema diferente, pero en muchos casos también cumplía una doble función. Sobre todo si partía de una cocina o “chapa” de leña: preparar la comida y calentar la estancia. Se trataba de un sistema que al parecer era bastante eficaz. De hecho, en casas en las que se utilizaba y que no tenían prácticamente aislamiento térmico, el efecto era muy agradable.

De hecho, al entrar en ellas en invierno, la gente solía decir que se estaba en “la gloria”, por lo que este sistema se quedó con este nombre, y popularmente se le conocía como la gloria. El calor en estas viviendas era tal que no solo se podía andar descalzo, sino que a veces el suelo estaba excesivamente caliente. El calor, en el suelo radiante, va ascendiendo y perdiéndose a medida que sube, pero el suelo radiante consigue que la temperatura suba en todas las estancias en las que funciona.

La temperatura del agua en sistemas de suelo radiante

En los sistemas actuales de calefacción por suelo radiante, el calor se genera al hacer pasar agua caliente por unos tubos colocados bajo el suelo. Pero ¿a qué temperatura se hace circular ese agua? Pues entre 35 y 50 grados, aunque normalmente está entre 40 y 45 grados. Se utiliza esta porque los pies, el punto del cuerpo humano en el que hay más terminaciones nerviosas y el que está en contacto con el suelo. Son los puntos más sensibles al frío y el calor y los que antes perciben que la temperatura cambia.

Por tanto, si el agua está a dicha temperatura los pies, que notarán un calor de entre 25 y 29 grados, tendrán una sensación de confort, que “transmitirán” al resto del cuerpo. Por debajo los pies notarán frío. Y por encima, demasiado calor. Y así, la temperatura que llegará a la altura de la cabeza estará entre 18 y 20 grados.

Beneficioso para la salud

Otros sistemas de calefacción crean un movimiento circular para el aire. Esto hace que el polvo y diversas bacterias y otros elementos estén siempre en suspensión. Así, las tragamos al respirar, lo que no es bueno para la salud. Con la calefacción por suelo radiante no se generan estos movimientos de aire, dado que la fuente de calor no está en un solo punto y se reparte por toda la estancia.

De esta manera, el punto caliente no ejerce ningún tipo de atracción sobre los puntos más fríos, que es lo que ocasiona que las partículas estén en suspensión. En vez de eso, se depositarán en el suelo, y bastará con barrer o pasar la mopa para retirarlas. Por tanto, las vías respiratorias de los habitantes de las viviendas con un sistema de calefacción por suelo radiante sufren menos. Algunos pueden pensar que este sistema puede provocar hinchazón o pesadez de piernas, al haber una mayor concentración de calor en la zona de las extremidades inferiores. Pero nada más lejos de la realidad. Si el sistema está instalado correctamente, para lo que debe acudirse a profesionales de su instalación, las piernas no sufrirán. Así, todo el cuerpo se beneficiará del calor en invierno.

Contenido validado por María Luisa De La Rubia
Socia Fundadora en Reformadisimo