Certificación Energética de Viviendas (RD 235/2013): Guía 2025 para Propietarios

Certificación Energética de Viviendas en España: Guía Práctica 2025

¿Qué es la certificación energética y para qué sirve?

La certificación energética de una vivienda es un proceso oficial que evalúa la eficiencia energética de un edificio o vivienda y la califica mediante una escala de letras que va desde la A (muy eficiente) hasta la G (muy poco eficiente). Este certificado se plasma en un documento expedido por un técnico competente, que incluye una etiqueta de eficiencia energética similar a la de los electrodomésticos. El objetivo principal es proporcionar información objetiva sobre el consumo de energía y las emisiones de CO2 de la vivienda, para que propietarios, compradores o inquilinos puedan conocer y comparar la eficiencia energética de diferentes inmuebles.

La certificación energética sirve para fomentar edificios más eficientes y promover inversiones en ahorro de energía. Al saber la calificación (por ejemplo, A, B, C…), un posible comprador o arrendatario puede estimar si la vivienda tendrá consumos energéticos altos o bajos, lo que impacta en sus facturas de electricidad, gas o calefacción. Además, el informe del certificado proporciona recomendaciones de mejora, ayudando a los propietarios a entender qué reformas o cambios podrían elevar la eficiencia de su hogar. En definitiva, es una herramienta de transparencia y concienciación que beneficia al mercado inmobiliario y al medio ambiente, al destacar el valor de las viviendas energéticamente eficientes.

¿Cuándo es obligatoria la certificación energética?

En España, la certificación de eficiencia energética de una vivienda es obligatoria en varias situaciones concretas, tal como estableció el Real Decreto 235/2013, de 5 de abril (vigente desde junio de 2013) y su normativa sucesora Real Decreto 390/2021 (en vigor desde junio de 2021). A continuación, detallamos los casos en los que es obligatoria:

  • Venta de una vivienda o local: Si vas a vender tu casa (o una unidad del edificio, como un piso), debes disponer del certificado energético vigente. El propietario vendedor es el responsable de obtenerlo y entregarlo al comprador en el momento de la transacción.
  • Alquiler de una vivienda o local: Si vas a alquilar tu vivienda a un nuevo inquilino por un período superior a 4 meses al año, también es obligatorio contar con el certificado energético. Debes mostrar la calificación energética en cualquier oferta o anuncio de alquiler, y entregar una copia del certificado al inquilino cuando firme el contrato.
  • Edificios de nueva construcción: Toda nueva edificación debe obtener un certificado de eficiencia energética al finalizar la obra. De hecho, durante el proyecto ya se realiza una calificación energética teórica, y al acabar la construcción se expide el certificado definitivo. Esto asegura que las nuevas viviendas cumplen con las exigencias mínimas de eficiencia del Código Técnico de la Edificación.
  • Grandes reformas o ampliaciones: Aunque hacer reformas en tu vivienda existente no te obliga por sí mismo a sacar un nuevo certificado si no vas a vender o alquilar, el Real Decreto 390/2021 introdujo la obligación de certificar en ciertas rehabilitaciones importantes. Por ejemplo, si en tu edificio se realiza una reforma que afecta sustancialmente a las instalaciones térmicas (calefacción, climatización, agua caliente) o una ampliación significativa de superficie, puede requerirse un certificado energético tras la obra. Esto aplica sobre todo a reformas integrales que impliquen emitir un nuevo proyecto o licencia importante.
  • Edificios públicos frecuentados por el público: No es el caso de propietarios particulares, pero conviene saber que los edificios de la Administración Pública de más de 250 m² abiertos al público deben exhibir su etiqueta de eficiencia energética en un lugar visible, según la normativa.

Excepciones: La ley contempla algunas excepciones donde no es necesario el certificado energético, incluso en venta o alquiler. Están exentas las edificaciones singulares como monumentos o edificios protegidos oficialmente (cuando las mejoras energéticas pudieran alterar su carácter), los lugares de culto (iglesias, templos), las construcciones provisionales de uso limitado (menos de 2 años), los edificios industriales, agrícolas o de defensa no residenciales con baja demanda energética (por ejemplo, naves o talleres sin acondicionar) y los edificios aislados de menos de 50 m². También se exceptúan las viviendas usadas menos de 4 meses al año (casas de vacaciones ocasionales) o con consumo muy bajo (menos del 25% del anual), siempre que el propietario firme una declaración responsable de tal uso limitado. Por último, si un edificio o vivienda se vende para ser demolido o para realizar una reforma integral mayor, no se exige certificado (debe constar la intención de derribo o reforma importante).

En resumen, si vas a poner tu vivienda en el mercado (ya sea venta o alquiler), necesitas su certificado energético. Y de hecho, la normativa obliga a que en cualquier anuncio inmobiliario publiques la calificación energética (la letra correspondiente) para informar a los potenciales compradores o inquilinos. Omitir esa información o no disponer del certificado cuando corresponde puede acarrear sanciones, como veremos más adelante.

¿Cómo se obtiene el certificado y quién lo puede emitir?

Obtener el certificado de eficiencia energética de tu vivienda es un proceso relativamente sencillo, que debe ser realizado por profesionales cualificados. Los pasos generales para conseguirlo son los siguientes:

  • Contactar con un técnico certificador competente: Debes buscar un profesional autorizado para emitir certificados energéticos. Según la normativa, se considera técnico competente a aquellos titulados que pueden redactar proyectos de edificación o de sus instalaciones térmicas. En la práctica, esto incluye arquitectos, arquitectos técnicos (aparejadores), ingenieros industriales, ingenieros técnicos y otros ingenieros superiores (de telecomunicaciones, minas, agrónomos, etc.) con competencias en edificación o eficiencia energética. También hay empresas especializadas en certificación energética que cuentan con estos técnicos.
  • Visita al inmueble y toma de datos: El técnico concertará una visita a tu vivienda. Es obligatorio que realice al menos una inspección in situ de la propiedad (de hecho, el RD 390/2021 recalca que el técnico debe visitar el edificio dentro de los 3 meses previos a emitir el certificado). Durante la visita, tomará medidas y recopilará información: superficie de la vivienda, orientación, características de la envolvente térmica (muros, tejado, aislamiento existente), tipo de ventanas (material, doble acristalamiento o no), sistemas de calefacción y climatización (caldera, radiadores, aire acondicionado), sistema de agua caliente sanitaria, ventilación, tipo de iluminación, posible presencia de energías renovables (como paneles solares) y otros datos relevantes.
  • Cálculo de la calificación con un programa oficial: Con los datos recogidos, el técnico introducirá toda la información en un software de certificación energética reconocido por el Ministerio. En España se usan habitualmente programas oficiales como CE3X, CERMA u otras herramientas aprobadas. Estos programas simulan el comportamiento energético de la vivienda, calculando cuánta energía necesita para calefacción, refrigeración, agua caliente y ventilación, bajo condiciones estándar de uso y clima. En base a ese consumo de energía primaria y emisiones de CO2, se asigna la letra de calificación energética (A la más eficiente, G la menos).
  • Elaboración del informe y registro: El resultado es un informe de certificado energético. El técnico lo compila incluyendo la descripción del inmueble, la calificación obtenida y un listado de recomendaciones de mejora. Una vez firmado el certificado, el propietario (o el propio técnico, según el caso) debe registrarlo en el organismo competente de su Comunidad Autónoma. **Este paso es imprescindible**: cada autonomía tiene un registro oficial de certificados energéticos (muchos permiten registro telemático) donde debe inscribirse el certificado para que tenga validez legal. Al registrarlo, suelen expedir un número de registro y, en algunas regiones, emiten la etiqueta energética oficial.
  • Entrega del certificado y etiqueta: Finalmente, recibirás tu certificado de eficiencia energética, que suele incluir el informe detallado y la etiqueta en formato gráfico con la escala y la letra correspondiente a tu vivienda. Este certificado tiene una validez máxima de 10 años (salvo casos especiales, por ejemplo, desde 2021 la normativa indica que si la calificación es G, la validez se acorta a 5 años). Transcurrido el periodo de validez, si sigues alquilando o quieres vender nuevamente, tendrías que renovarlo.

Es importante recalcar que solo los técnicos cualificados pueden firmar y emitir un certificado energético. No sirven certificados hechos por personas no autorizadas o sin visita física, ya que carecerían de validez. Desconfía de servicios excesivamente baratos que ofrezcan “el certificado en 24 horas sin visitar la vivienda”, porque podrían no ser legítimos. La normativa exige la visita y la rigurosidad en los datos; de hecho, presentar un certificado con datos falsos o sin cumplir el procedimiento puede suponer sanciones tanto para el técnico como para el propietario.

Una vez obtenido, el certificado energético deberá estar disponible para mostrárselo a los posibles compradores o inquilinos. Además, recuerda que al formalizar la venta ante notario, este te exigirá presentar el certificado; y en contratos de alquiler, se debe adjuntar copia del mismo. En resumen, conseguir el certificado es un trámite profesionalizado: busca un buen técnico, registra el documento oficialmente, y cumplirás con la ley sin complicaciones.

¿Qué información contiene el certificado energético?

El certificado de eficiencia energética es un documento técnico, pero se presenta de forma comprensible para el público. Contiene varios apartados fundamentales con información sobre la vivienda y su desempeño energético. Según el Real Decreto 235/2013 (y mantenido en las actualizaciones posteriores), un certificado energético debe incluir, como mínimo, lo siguiente:

  • Identificación del inmueble: Dirección completa de la vivienda o edificio certificado y su referencia catastral. De esta forma queda plenamente identificado el objeto del certificado.
  • Información del técnico certificador y del propietario: Nombre, titulación y número de colegiado (o acreditación) del técnico que realiza el certificado, así como los datos del propietario o promotor que encarga la certificación.
  • Descripción de las características energéticas: Detalles constructivos y de instalaciones relevantes para el consumo energético. Incluye información sobre la envolvente térmica (muros, suelos, techos, aislamiento, ventanas), las instalaciones de calefacción, refrigeración y agua caliente (tipo de caldera o sistema, combustible utilizado, rendimientos), sistemas de ventilación y climatización, iluminación (en edificios terciarios) y, si existen, sistemas de energía renovable (paneles solares, bomba de calor, etc.). También se indican las condiciones normales de funcionamiento y ocupación usadas para el cálculo (por ejemplo, temperatura interior de confort considerada, horarios de uso estándar, etc.).
  • Procedimiento de calificación y normativa: Se especifica qué programa informático o método de cálculo se ha utilizado para obtener la calificación (por ejemplo, “Herramienta CE3X versión X, documento reconocido por el Ministerio”) y la normativa de referencia aplicable en el momento de la certificación.
  • Calificación de eficiencia energética obtenida: Es el resultado clave: la letra de calificación asignada al edificio o vivienda, tanto en términos de consumo de energía primaria no renovable (kWh/m² año) como, en muchos casos, una calificación o dato de emisiones de CO2 (kg CO2/m² año). Normalmente, el certificado incluye la etiqueta gráfica con la escala de A a G y una flecha que señala la posición obtenida por la vivienda. Por ejemplo, “Calificación energética: E” con la flecha colocada en la banda “E” de la escala de colores.
  • Recomendaciones de mejora: Este es un apartado muy útil del certificado. El técnico debe anexar un listado de medidas o mejoras viables que, de implementarse, podrían elevar la eficiencia energética del inmueble al menos un nivel. Por ejemplo, puede recomendar “Mejorar el aislamiento de los muros exteriores”, “Sustituir ventanas de un solo vidrio por ventanas con doble acristalamiento y rotura de puente térmico”, “Instalar una caldera de condensación eficiente en lugar de la caldera actual”, “Colocar paneles solares para agua caliente” o “Cambiar bombillas incandescentes por iluminación LED”, entre otras. Junto a cada recomendación, a veces se indica la potencial mejora de calificación (subir de una letra F a una D, por ejemplo) o el ahorro estimado que conllevaría.

Además de estos elementos, el certificado energético incluirá la fecha de emisión y la fecha de expiración (recordemos, máximo 10 años de validez en general). También lleva las firmas del técnico certificador y, si se ha presentado al registro autonómico, suele constar el código o número de registro asignado y, dependiendo de la Comunidad, un sello o validación del organismo competente.

La etiqueta de eficiencia energética como tal es el distintivo resumen: por lo general un gráfico con barras de colores (de la A verde a la G roja) donde se destaca la letra de tu vivienda. Esa etiqueta puede utilizarse en publicidad o exhibirse en el inmueble. En viviendas particulares no es obligatorio pegarla en ningún sitio visible, pero en edificios públicos sí lo es. Para un propietario común, lo importante es guardarla junto con el informe, ya que tendrás que mostrarla a interesados o autoridades si lo piden.

En síntesis, el certificado energético no solo te dice “qué letra te ha tocado”, sino que te explica por qué tienes esa calificación (qué aspectos de tu casa influyen en el consumo) y qué podrías hacer para mejorarla. Es un documento tanto informativo como incentivador de la rehabilitación energética.

Coste aproximado del certificado y cómo optimizarlo

El precio de obtener un certificado de eficiencia energética para una vivienda puede variar considerablemente en función de diversos factores. No existe una tarifa oficial establecida por ley, por lo que cada técnico o empresa fija sus honorarios. Sin embargo, podemos dar unas orientaciones generales de costes en 2025:

  • Pisos pequeños (estudios, apartamentos de 1 dormitorio): El coste suele ser menor, en el rango de 80€ a 120€ aproximadamente. Al ser superficies reducidas y relativamente sencillas, el trabajo del certificador es más rápido.
  • Pisos medianos o casas de tamaño estándar (70-120 m²): Pueden rondar entre 100€ y 200€, dependiendo de la complejidad. Un piso de 90 m² en una ciudad como Madrid o Barcelona podría costar, por ejemplo, ~150€ con visita y registro incluido.
  • Viviendas grandes, chalets o edificios completos: En casos de un chalet unifamiliar de varios pisos, o si se quiere certificar una vivienda de más de 200 m², el precio podría subir a 200€-300€ o más. Certificar un edificio completo (por ejemplo, un bloque de apartamentos) es un servicio más complejo y se suele presupuestar específicamente.

Estos rangos son orientativos. El precio depende de la localidad (hay diferencias entre comunidades e incluso ciudades), de la oferta de técnicos (en ciudades grandes suele haber más competencia y precios algo más ajustados), y de si el técnico debe desplazarse lejos o emplear más horas en el informe. Algunos profesionales incluyen en su tarifa el registro oficial del certificado en la Comunidad Autónoma, mientras que otros lo facturan aparte – conviene aclararlo de antemano.

¿Cómo optimizar el coste? Como propietario, puedes seguir estos consejos para obtener un precio justo y un buen servicio:

  • Comparar varios presupuestos: Es recomendable solicitar presupuesto a varios certificadores. Pregunta si el precio incluye la visita, la realización del certificado y el registro autonómico. Asegúrate de que son técnicos habilitados. No siempre el más barato es la mejor opción, especialmente si es demasiado barato – podría escatimar en rigor.
  • Agrupar certificaciones: Si en tu comunidad de vecinos varios propietarios necesitan el certificado (por ejemplo, varios están vendiendo o alquilando), podéis negociar un precio de grupo. A un técnico le resulta eficiente visitar el mismo día varios pisos en el mismo edificio y puede ofrecer un descuento por volumen.
  • Aprovechar promociones: Algunas empresas de reformas o inmobiliarias ofrecen el certificado energético gratuito o subvencionado si contratas otros servicios. Por ejemplo, ha habido casos de promotoras que regalan el certificado a los compradores de sus pisos, o empresas de reformas (como Reformadísimo) que al realizar una reforma integral incluyen de cortesía la certificación energética final de la vivienda. Infórmate si hay campañas vigentes.
  • Tener la documentación preparada: Aunque el técnico hará la visita, puedes agilizar el proceso teniéndole preparados ciertos datos: por ejemplo, planos o superficie de la vivienda, últimas facturas de suministros (luz, gas) que indiquen consumos – esto no es obligatorio para el certificado, pero puede dar pistas al técnico –, o manuales de caldera y electrodomésticos principales. Cuanta más info fiable le aportes, más rápido podrá trabajar, aunque igualmente medirá y verificará todo in situ.

En general, el certificado energético es un gasto más dentro de los trámites de venta o alquiler, pero su coste es relativamente pequeño comparado con el valor del inmueble o de las rentas a percibir. Además, ten en cuenta que tiene una validez de 10 años. Eso significa que, si no haces cambios importantes, podrás usar el mismo certificado para varias operaciones (por ejemplo, si alquilas tu piso a distintos inquilinos en esos años, o si lo intentas vender y finalmente no lo vendes, el certificado sigue válido para intentarlo más adelante). Solo tendrías que renovarlo al décimo año o antes si realizas mejoras significativas y quieres actualizar la calificación.

Por último, desconfía de soluciones milagrosas o excesivamente baratas online sin visita: podrías terminar con un documento no válido. Mejor pagar un poco más y asegurarte un certificado correcto, registrado y útil para su propósito.

Relación con ayudas y subvenciones por eficiencia energética

La eficiencia energética se ha convertido en una prioridad, y por ello existen diversas ayudas y subvenciones públicas para fomentar que los propietarios mejoren las prestaciones energéticas de sus viviendas. La certificación energética juega un papel importante en este ámbito, ya que muchas ayudas requieren acreditar la calificación del edificio antes y después de las mejoras. Veamos algunas de las principales iniciativas vigentes hasta 2025:

  • Programas de rehabilitación energética (Next Generation EU): A raíz de los fondos europeos Next Generation, el Gobierno de España y las Comunidades Autónomas han lanzado programas de subvenciones para reformas que mejoren la eficiencia (aislamiento, ventanas, sistemas eficientes, renovables, etc.). Un ejemplo es el Programa de ayuda a las actuaciones de mejora de la eficiencia energética en viviendas (gestionado por cada CCAA), vigente hasta 2026, que subvenciona hasta un 40% del coste de la obra (máximo 3.000€ por vivienda), siempre que se logre al menos un 7% de reducción de la demanda de calefacción/refrigeración o un 30% de ahorro de energía primaria no renovable. Para solicitarlas es imprescindible presentar el certificado energético antes de la reforma y otro certificado después de la reforma que acredite la mejora obtenida (por ejemplo, subir de letra E a C, o conseguir ese 30% de ahorro energético).
  • Deducciones fiscales en el IRPF por obras de mejora: Hasta el año 2025 (y prorrogado a 2026 para algunas actuaciones) los propietarios pueden beneficiarse de importantes deducciones en su declaración de la renta si realizan obras que mejoren la eficiencia energética de su vivienda habitual o de edificios residenciales. Existen tres tramos:
    • Deducción del 20% (máx. 5.000€ por vivienda) por obras que reduzcan al menos un 7% la demanda de calefacción y refrigeración. Ejemplo: aislar paredes o cambiar ventanas puede bajar la demanda térmica de la vivienda.
    • Deducción del 40% (máx. 7.500€) por obras que reduzcan al menos un 30% el consumo de energía primaria no renovable, o bien mejoren la calificación energética alcanzando clase A o B. Por ejemplo, instalar aerotermia o placas solares podría lograr este salto de eficiencia.
    • Deducción del 60% (máx. 15.000€ en total, repartidos hasta 5.000€ por año) para actuaciones de rehabilitación energética en edificios residenciales (normalmente de uso comunitario). Aquí se requiere también lograr el 30% de ahorro de energía primaria en el conjunto del edificio. Esta deducción está pensada para comunidades de propietarios que acometen rehabilitaciones integrales.

    En todos los casos, para aplicar estas deducciones Hacienda exige certificados energéticos pre y post-obras emitidos por técnico competente, que demuestren la mejora lograda en indicadores de consumo o calificación.

  • Otras ayudas locales o específicas: Algunas Comunidades Autónomas, Diputaciones o Ayuntamientos tienen sus propios incentivos. Por ejemplo, en ciertas ciudades se bonifica parte del IBI (Impuesto de Bienes Inmuebles) a las viviendas con mejor calificación energética (A o B), o se conceden ayudas directas para cambio de calderas antiguas por sistemas eficientes. También han existido planes renove de ventanas o calderas, subvencionando una parte del coste de sustituirlas por modelos eficientes. Para acceder a cualquiera de estas ayudas, de nuevo el certificado energético suele ser clave: te lo pedirán de entrada para ver la situación inicial de tu vivienda, o para comprobar que has alcanzado la mejora prevista.

En conclusión, tener el certificado energético al día no solo cumple la ley, sino que puede ahorrarte dinero. Si te planteas reformar tu casa para hacerla más eficiente, infórmate de los programas de ayuda disponibles: podrías financiar una parte de la obra vía subvenciones o ahorros fiscales. Y siempre prepara los certificados energéticos antes y después de las obras, ya que serán tu comprobante oficial de que el esfuerzo ha dado fruto en forma de menor consumo (y mejor letra en la etiqueta).

Por otro lado, las propias recomendaciones incluidas en un certificado energético son una guía de qué mejoras acometer. Si tu certificado sugiere, por ejemplo, “mejorar aislamiento en cubierta” o “sustituir equipo de climatización por bomba de calor A++”, esas actuaciones podrían calificar para ayudas públicas, pues atacan directamente la eficiencia. Así que el certificado también te orienta hacia dónde invertir para obtener una vivienda más cómoda, ahorrar en facturas y, si cabe, aprovechar incentivos económicos por hacerlo.

¿Qué ocurre si no se tiene el certificado? Sanciones y responsabilidades

No disponer de certificado energético cuando es obligatorio puede conllevar problemas legales y multas. La normativa incorpora un régimen sancionador (basado en la Ley de Defensa de los Consumidores y Usuarios y en la Ley de Rehabilitación Urbana) para penalizar el incumplimiento. En términos generales, las sanciones por infracciones en materia de certificación energética se clasifican en leves, graves y muy graves, con sus correspondientes multas:

  • Infracciones leves: Multas de 300€ a 600€. Se consideran leves, por ejemplo, anunciar la venta o alquiler de una vivienda sin mencionar su calificación energética (es decir, omitir la letra en la publicidad), no exhibir la etiqueta en un edificio donde fuera obligatorio hacerlo, o tener un certificado pero que este carezca de algún contenido mínimo exigido. También entra aquí dejar caducar el certificado (más de 10 años) y no renovarlo, o no incluir el certificado de proyecto en el Libro del Edificio en obra nueva.
  • Infracciones graves: Multas de 601€ a 1.000€. Son graves acciones como: entregar o mostrar un certificado energético pero sin haberlo registrado en la Comunidad Autónoma (el registro es obligatorio, recordemos), alquilar o vender un inmueble directamente sin proporcionar al comprador/inquilino un certificado válido, o incumplir deliberadamente el procedimiento básico (por ejemplo, falsificar datos de la vivienda para obtener mejor nota). Reincidir en una infracción leve también puede agravarla a grave.
  • Infracciones muy graves: Multas de 1.001€ a 6.000€. Aquí se incluyen casos como falsificar un certificado o sus datos, actuar como técnico certificador sin tener la titulación/competencia necesaria (por ejemplo, alguien sin habilitación que firma certificados), o incluso vender/alquilar viviendas con certificados claramente fraudulentos o alterados. Si una infracción grave se repite de forma reiterada, también puede considerarse muy grave. En situaciones extremas de fraude continuado, las multas podrían llegar incluso a 6.000€ por vivienda e implicar otras responsabilidades legales.

Además de las multas económicas, no tener el certificado puede acarrear consecuencias indirectas: – Un notario podría negarse a autorizar la escritura de compraventa si no aportas el certificado (porque él debe dar fe de que se entrega al comprador). – Un inquilino podría rescindir o no firmar un contrato de alquiler si el arrendador no facilita la etiqueta energética, ya que es un derecho del consumidor conocerla. – Las autoridades de consumo autonómicas realizan inspecciones aleatorias en portales inmobiliarios; si detectan anuncios sin calificación energética, pueden requerir al propietario o inmobiliaria y sancionar.

En resumen, operar al margen de esta obligación sale caro e innecesario. Es mucho más sensato y económico certificar la vivienda en regla. Ten en cuenta que la multa mínima (300€) suele superar al propio coste de hacer el certificado. Por tanto, incumplir no compensa. Si has perdido tu certificado o ha caducado, solicita una renovación. Y si por desconocimiento no lo tenías, es preferible regularizar cuanto antes antes de que medie un contrato o anuncio público, para evitarte problemas legales.

Consejos para obtener una mejor calificación energética

¿Te ha salido una calificación energética baja en tu vivienda (por ejemplo, E, F o G) y te gustaría mejorarla? ¿Planeas reformar tu casa y quieres apuntar a una letra alta en la etiqueta? Aquí van una serie de consejos prácticos para elevar la eficiencia energética de tu hogar y, por tanto, obtener una mejor calificación en el certificado:

  • Mejora el aislamiento térmico: Es la medida número uno. Una vivienda bien aislada necesita menos energía para mantenerse confortable. Si es posible, añade aislamiento en muros exteriores (por el interior con trasdosados, o por el exterior con sistemas SATE), aísla también el techo o cubierta si vives en el último piso, y no olvides el suelo si da al terreno o a un garaje frío. Reducir las filtraciones de aire y puentes térmicos puede subir notablemente la calificación.
  • Sustituye las ventanas antiguas: Las ventanas son puntos críticos de pérdida de calor o entrada de calor en verano. Cambiar ventanas de un solo cristal o marcos metálicos sin rotura de puente térmico por ventanas de doble o triple acristalamiento con marcos bien aislados puede mejorar mucho la eficiencia. Fíjate en que tengan certificación energética (perfil con rotura, vidrios bajo emisivos, etc.). Unas ventanas nuevas suelen incrementar el confort y suelen ser recomendación habitual en los certificados.
  • Instala sistemas de calefacción y climatización eficientes: Si tu caldera de gas o gasóleo tiene más de 15 años, considera poner una caldera de condensación nueva (más eficiente) o, mejor aún, cambia a un sistema de bomba de calor (aerotermia) para calefacción y agua caliente. Las bombas de calor eléctricas modernas tienen coeficientes de rendimiento muy altos (clase A+ o superior) y bajan bastante las emisiones. Igualmente, un aire acondicionado antiguo conviene reemplazarlo por uno de tecnología inverter clase A+++. En general, contar con equipos modernos de climatización ayuda a subir de letra.
  • Usa energías renovables si es posible: Incorporar energías renovables tiene un efecto muy positivo en la calificación. Por ejemplo, instalar paneles solares fotovoltaicos para generar parte de tu electricidad reducirá el consumo de la red (energía primaria no renovable) y mejora la nota. Otro ejemplo: instalar colectores solares térmicos para apoyar el agua caliente sanitaria, o usar biomasa como combustible en vez de gasóleo. Cualquier aporte renovable suele reflejarse en un salto cualitativo de eficiencia en el certificado.
  • Mejora la iluminación y electrodomésticos: Aunque el certificado de vivienda se centra más en la envolvente y sistemas, adoptar iluminación LED de bajo consumo en toda la casa reduce un poco el consumo eléctrico. En viviendas grandes, si se considera la iluminación interior, puede influir ligeramente. También, contar con electrodomésticos eficientes (clases A, A+, etc.) ayuda al consumo global del hogar (ojo, estos no siempre computan en el certificado energético, que se centra en climatización y agua caliente, pero en la práctica sí reducen tus facturas). En cualquier caso, en un hogar eficiente no deberían quedar bombillas incandescentes o halógenas tradicionales.
  • Control y hábitos: Aunque no afectan al certificado en sí (que asume hábitos estándar), en la vida real mantener ciertos hábitos mejora la eficiencia: por ejemplo, usar termostatos programables, no sobrecalentar la casa en invierno (cada grado extra consume ~7% más energía), aprovechar ventilación natural en momentos adecuados y aislar bien las puertas y ventanas cuando la climatización esté funcionando. Un uso racional de la energía complementa las mejoras físicas y se traducirá en mejores consumos reales.

Recuerda que el certificado energético que te entrega el técnico ya te dará recomendaciones personalizadas. Léelas atentamente: suelen estar ordenadas de la más eficaz a la menos, e incluso con un cálculo aproximado del ahorro o mejora de calificación que conseguirías. Por ejemplo, podría indicar “Si mejora el aislamiento de fachada, podría pasar de F a D”. Eso te da una idea clara de por dónde empezar.

Si vas a acometer una reforma integral, es un momento ideal para incorporar todas estas mejoras de eficiencia de golpe. No solo conseguirás probablemente subir varias letras en la certificación, sino que lo notarás en el confort diario (menos corrientes frías, menos ruidos externos tras cambiar ventanas, temperatura más estable) y en el bolsillo mes a mes. Adicionalmente, con una buena calificación podrás destacar ese aspecto al vender o alquilar: hoy día muchos compradores valoran que la vivienda sea al menos clase D o C, y se lo pensarán dos veces si es una G con posible gasto energético disparado.

En síntesis, los consejos para mejorar la calificación se resumen en aislar bien, renovar equipos antiguos, apostar por renovables y eliminar derroches. Con ello, no solo ganas una etiqueta verde en el papel, sino una vivienda más moderna, ecológica y económica de mantener.

Casos reales: ejemplos de mejoras con Reformadísimo

Para aterrizar todo lo anterior en situaciones concretas, veamos algunos ejemplos reales de proyectos en los que una mejora energética ha marcado la diferencia, todos ellos vinculados a Reformadísimo (empresa especializada en reformas integrales en Madrid):

Caso 1: Reforma integral de piso antiguo y salto de calificación F a C. Un cliente poseía un piso de 80 m² en un edificio de los años 60 en Madrid, con calificación energética inicial F. La vivienda tenía ventanas de hierro de un solo cristal, sin aislamiento en muros y una caldera de gas de 20 años. Tras contratar a Reformadísimo para una reforma integral, se implementaron mejoras clave: se aisló interiormente toda la fachada del piso con paneles de lana mineral y pladur, se cambiaron todas las ventanas por unas de PVC con doble acristalamiento tipo Climalit, y se sustituyó la vieja caldera por una caldera de condensación nueva. También se instalaron luces LED en toda la casa. Al finalizar la obra, Reformadísimo gestionó la nueva certificación energética: ¡el piso pasó de F a C! Es decir, de estar entre el 10% peor rendimiento pasó a situarse en un nivel medio decente, reduciendo su consumo de energía primaria en más de un 40%. El propietario no solo cumplió con creces la normativa para vender su piso, sino que logró aumentar el valor de la vivienda y hacerla más atractiva en el mercado por sus bajos consumos.

Caso 2: Vivienda unifamiliar con instalación solar y aerotermia, obteniendo calificación A. En otro proyecto, Reformadísimo asesoró en la construcción y acondicionamiento de un chalet unifamiliar de 200 m². El objetivo del cliente era tener una casa muy eficiente energéticamente. Se optó por instalar un sistema de aerotermia para climatización y agua caliente, suelo radiante/refrescante, paneles solares fotovoltaicos en la cubierta y un excelente aislamiento térmico (fachadas con sistema SATE de 8 cm de espesor, carpinterías con triple cristal). El resultado del certificado energético fue una letra A, la máxima posible. Este es un caso donde la inversión en eficiencia fue mayor, pero el cliente obtuvo una casa de consumo casi nulo. Gracias a la certificación energética A, pudo acceder a bonificaciones en el IBI de su ayuntamiento durante varios años y tendrá un ahorro en facturas de energía superior al 80% respecto a una casa estándar de similares dimensiones.

Caso 3: Reforma parcial enfocada a eficiencia financiada con ayudas. Un propietario de un piso de 100 m² con calificación inicial E quería mejorar su vivienda pero disponía de presupuesto limitado. Reformadísimo le propuso una reforma en fases priorizando eficiencia: primero, cambiar las ventanas antiguas por unas de aluminio con rotura de puente térmico y vidrio doble bajo emisivo; segundo, sustituir los viejos radiadores eléctricos por un sistema de bomba de calor (aire acondicionado inverter con bomba de calor para invierno) de clase A++; y tercero, mejorar el aislamiento del techo (colocando falso techo con lana mineral en toda la casa). Con solo esas actuaciones, la vivienda pasó a calificación C. Además, el cliente pudo solicitar una deducción del 40% en el IRPF porque logró más del 30% de ahorro de energía primaria con la reforma (y así recuperó parte de la inversión en las obras). Este ejemplo muestra que no hace falta derribar todo para mejorar la letra energética: intervenciones focalizadas y bien planificadas pueden suponer uno o dos niveles de mejora en la escala.

Estos casos ilustran que, con la ayuda de profesionales, se pueden conseguir mejoras sustanciales en la eficiencia energética de los hogares. En Reformadísimo, cada vez que acometemos una reforma integral, estudiamos el estado energético de la vivienda y asesoramos al cliente sobre las mejoras más convenientes. Además, como valor añadido, podemos gestionar la certificación energética al final de la obra para que el propietario tenga el documento actualizado que refleje todos los avances realizados. De hecho, como mencionamos antes, a veces la ofrecemos incluida en el servicio para reformas completas. Nuestro objetivo es que, además de un diseño bonito y una ejecución de calidad, tu vivienda reformada sea más sostenible, económica y cumpla con todas las normativas vigentes.

Preguntas frecuentes sobre la certificación energética

¿Quién debe pagar el certificado energético, el comprador o el vendedor?

El coste de obtener el certificado corresponde legalmente al propietario vendedor o arrendador, ya que es quien tiene la obligación de disponer de él antes de ofertar el inmueble. En caso de venta, el vendedor lo paga y lo entrega al comprador junto con la documentación de la vivienda. En alquiler, el casero lo costea para mostrárselo a los inquilinos. No es un gasto que deba asumir el comprador ni el arrendatario.

¿Cuánto tarda en realizarse un certificado energético?

Por lo general es un proceso rápido. La visita del técnico a la vivienda suele durar entre 1 y 2 horas (dependiendo del tamaño y complejidad). Después, el técnico introduce los datos en el programa y genera el informe; esto puede tomar unas horas adicionales. En unos 2 o 3 días laborales normalmente se tiene listo el certificado, incluyendo el registro oficial. Hay técnicos que ofrecen servicio exprés en 24 horas, pero asegúrate de que realizan la visita y todos los pasos correctamente.

Mi vivienda tiene un certificado energético antiguo, ¿sigue válido?

Revisa la fecha de expedición del certificado. Si aún no han transcurrido 10 años (o 5 años en caso de que fuese calificación G tras la nueva normativa) desde su emisión, el certificado sigue siendo válido. Si han pasado más de 10 años, está caducado y necesitarás obtener uno nuevo si vas a vender o alquilar. También es recomendable actualizarlo si has hecho reformas importantes que mejoran la eficiencia, aunque no hayan pasado los 10 años, para reflejar la nueva situación.

¿Puedo vender o alquilar una casa con calificación energética “mala” (F o G)?

Sí, no hay impedimento legal para vender o alquilar una vivienda aunque su calificación sea baja (E, F o G). La normativa exige tener el certificado y comunicar la calificación al comprador/inquilino, pero no obliga a realizar mejoras. No obstante, ten en cuenta que una mala nota energética puede restarle atractivo a tu vivienda y algunos compradores podrían usarlo para negociar el precio a la baja, sabiendo que necesitarán invertir en mejoras para ahorrar energía.

Si alquilo mi vivienda por estancias cortas (alquiler vacacional), ¿necesito certificado energético?

En principio, no es obligatorio para alquileres de temporada o turísticos de corta duración, siempre que se use menos de 4 meses al año o que el consumo estimado sea <25% del anual. Por ejemplo, si alquilas tu casa en la playa solo en verano 2 meses, la normativa te exime del certificado. Pero ojo: algunas comunidades autónomas, en su regulación de viviendas turísticas, pueden llegar a pedirlo como requisito adicional. Conviene verificar la normativa local.

¿Qué pasa si pierdo el certificado energético en papel?

No te preocupes, puedes solicitar un duplicado. El técnico que lo realizó suele conservar copia digital y podría reenviártelo. Además, al estar registrado en la Comunidad Autónoma, siempre se puede pedir una copia o certificado de inscripción al organismo correspondiente. Lo importante es recordar en qué año se hizo y el código de registro si lo tienes. En última instancia, si no lo consigues, podrías tener que volver a certificar, pero normalmente con los datos existentes es sencillo reimprimirlo.

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