Las puertas lacadas son, junto con las correderas, uno de los tipos de puertas más utilizados en carpintería interior para separar ambientes. No solo se encuentran en viviendas, ya que también son frecuentes en oficinas (Reforma de Oficinas en Madrid) o locales comerciales. Pero ¿qué son las puertas lacadas? ¿qué es el lacado de puertas, el proceso que les proporciona su aspecto y acabado?

Las puertas lacadas tienen un aspecto liso y suave. Pueden adoptar diversos colores. Y aunque en su composición puede ser madera, de cara al exterior no se aprecia que es así. Todo se debe a que su acabado no es el típico de la madera. Incluso puede personalizarse y adaptarse a la decoración del resto de la vivienda, oficina o local en el que se instalen ¿cómo se consigue ese aspecto?

El lacado de puertas y su efecto en ellas

El lacado es una técnica que se utiliza para aplicar un recubrimiento a mobiliario y superficies de madera. En este caso, a una puerta. Sobre su superficie, una vez que está ya construida, se aplica un líquido especial de lacado. Este líquido lleva incorporados diversos disolventes, que son los que hacen que se seque sobre la madera y le den su aspecto tan característico.

Gracias a su efecto, cuando se seque la puerta presentará el aspecto tan típico que se consigue con el lacado de puertas: suavidad y uniformidad. Al mismo tiempo, estas puertas ganan en resistencia y durabilidad. Eso si, hay que tener cuidado de que no se lleven golpes de cierta fuerza, puesto que el lacado puede agrietarse. Aparte de esto, sí son más resistentes que las puertas de madera convencional. También mantienen su color durante mucho tiempo, ya que el tono en el que se laca la puerta no se deteriora con el paso de los años. El esmalte de lacado es también muy duradero.

No solo eso, sino que con el lacado de puertas también se gana en facilidades de limpieza. Las puertas lacadas tienen un aspecto generalmente más limpio y cuidado que el que presentan las puertas de madera. Esto se acentúa con el paso del tiempo, y se debe a que al ser prácticamente lisas, también son más sencillas de limpiar. Aunque se ensucien, en la mayoría de los casos basta con pasarles un paño humedecido para que recobren su aspecto original. Eso sí, hay que tener cuidado de no utilizar productos de limpieza sobre ellos que puedan ser abrasivos. Generalmente basta con agua solo o con agua ligeramente jabonosa en caso de que presenten alguna mancha algo más complicada.

Muchos tienen en mente que las puertas lacadas tienen que ser de color blanco o madera. Pero en realidad no es así. Pueden tener un acabado en gran cantidad de colores. E incluso se puede elegir un acabado con un nivel de brillo personalizado: de completamente mate a uno muy brillante. Como resultado, da prácticamente igual qué estilo de decoración se utilice para la vivienda o el espacio en el que se quieran instalar. Seguro que hay un tono con un nivel de brillo perfecto para poder integrar la puerta en la decoración.

Cómo lacar una puerta nueva

El lacado de puertas no es una tarea sencilla. Es un proceso bastante complejo y delicado, por lo que es conveniente buscar un especialista con experiencia para que se encargue de lacarlas. Pero si decides lanzarte y lacar tú mismo las puertas, te explicamos cómo es el proceso para que valores si puedes hacerlo.

En general, para lacar una puerta no se utiliza una fabricada con madera convencional. Para las puertas lacadas se suele emplear un armazón fabricado en un tipo especial de madera, conocido como madera DM, y que está realizada a base de aglomerado. Este está formado por la unión y mezcla de distintas fibras de madera y resinas. Gracias a esto, esta puerta cuenta con una superficie capaz de soportar mejor el lacado. También tiene más posibilidades.

Antes de nada, hay que lijar bien la superficie de la puerta para eliminar las imperfecciones y rugosidades que pueda tener. A continuación hay que aplicar sobre la puerta, sucesivamente, varias capas de laca o esmalte de lacado. Entre capa y capa habrá que dejar reposar la puerta para que absorba la laca y se vaya secando. El número de capas a aplicar para el lacado de puertas dependerá de varios factores. Será variable en función del acabado que se quiera conseguir y de su nivel de calidad.

Eso sí, este lacado no puede hacerse en cualquier parte. Tampoco con la puerta instalada en su sitio. Debe hacerse en un espacio especialmente preparado para el lacado de muebles y puertas. La técnica que se suele emplear también es bastante particular. No se puede hacer con una brocha como si pintases una pared. Generalmente se lleva a cabo mediante la pulverización del esmalte, para lo que se necesitan herramientas específicas.

Eso sí, no todas las capas que se dan en el lacado de puertas tiene la misma importancia. La más relevante es la última. Es en ella donde a la puerta se le da el color deseado. También el nivel de brillo que se ha elegido para la puerta. Por otro lado, aunque el secado de todas las capas que se apliquen es muy importante, hay que vigilar especialmente el de la última capa. Se trata de un tipo de secado especial, pensado para que la puerta tenga el aspecto tan característico de las superficies lacadas. Sin una sola mota de polvo, que lo afearía.

Lacado de puertas antiguas

Aunque como hemos visto, las puertas que se lacan son generalmente nuevas, también hay ocasiones en las que hay puertas ya con un cierto tiempo que se quieren lacar. Estas puertas suelen tener irregularidades e imperfecciones producidas por el paso del tiempo que hay que corregir antes de empezar a lacar. De otra manera, el resultado sería bastante irregular, y el acabado distaría bastante de ser perfecto.

Lo primero que hay que hacer para proceder al lacado de puertas antiguas es lijarlas para eliminar barnices y la mayoría de imperfecciones que pueda tener. Pero no se podrán quitar todas. Sobre todo si la madera tiene poros y pequeños agujeros. Hay que taparlos para que la superficie de partida quede uniforme. Lo primero es tapar los poros de la madera, con una capa de un líquido específico para tapar y bloquear poros. Acto seguido toca rellenar los huecos.

Para ello se examina la superficie de la puerta con cuidado por ambos lados. Donde se encuentre una imperfección hay que aplicar un poco de masilla hasta taparlo y que quede al mismo nivel que el resto de la puerta. Luego, cuando seca, se lija otra vez con cuidado para que quede todo nivelado y ya se puede empezar con el lacado.

En este tipo de operación, la tentación de lacar puertas antiguas prácticamente en el mismo sitio en el que están instaladas es grande. Pero no debe hacerse así, sino en un punto preparado especialmente para ello. De otro modo, el acabado de la puerta será probablemente peor, y es probable que la suciedad acabe interfiriendo en el acabado.

Es mejor llevarla a lacar a un punto preparado especialmente para ello. Por lo tanto, tal como hemos recomendado al principio, lo mejor que puedes hacer si quieres lacar una o varias puertas es contactar con un experto que cuente con un taller o espacio adecuado.

Contenido validado por María Luisa De La Rubia
Socia Fundadora en Reformadisimo