Acaba de comenzar un nuevo año y, con él, empiezan a notarse las reformas por todas partes. Por un lado, un edificio se llena de andamios para hacer reformas en la fachada. Por otro, cuadrillas de albañiles entran y salen de portales de viviendas enfrascados en reformas de pisos.

Parece que todos se hayan puesto de acuerdo en dejar sus casas como nuevas nada más comenzar el año. Pero no es así. En realidad, lo hacen porque esta es la mejor fecha para hacer reformas, ya sea parcial o integral. Es lo que opinamos en Reformadísimo ya que, así, la obra estará acabada para el verano. Pero hay muchas otras razones por las que esta época es la más adecuada para reformar.

Menos calor a principio de año para trabajar en la reforma

Una de las razones para acometer una reforma a principios de año y no en verano es la temperatura. Sobre todo, si la vivienda se encuentra en una localidad en la que en verano hace mucho calor, como Madrid. En esos casos, los operarios tienen que trabajar en verano con temperaturas que pueden rozar o superar los 40 grados. Y sin la posibilidad de tener aire acondicionado, lo que les deja expuestos a golpes de calor.

Además, planificar una reforma en invierno permite ver la cantidad de luz que hay en una vivienda con poca iluminación. En general, en invierno hay más días nublados y oscuros, y anochece antes. Si se comprueba la luz de la casa en invierno, se pueden tomar medidas para que entre la máxima posible. De rebote, en verano tendrá muchísima más.

Las humedades salen a flote en invierno

En verano no suele llover mucho. Sobre todo, en climas secos. Por lo tanto, los problemas de humedad por la lluvia o la nieve no se ven claramente. En invierno basta con dejar que llueva para conocer en pocos minutos la magnitud del problema. Luego, solo hay que esperar a que se seque para emprender la reforma.

En climas de poca lluvia, aunque sean fríos, no suele llover durante muchos días seguidos. Por ejemplo, en Madrid, es raro que llueva sin parar más de dos días consecutivos. Y entre una borrasca y otra suelen pasar varias jornadas. Por lo tanto, puede repararse la humedad, así como su fuente, sin mayores problemas.

En invierno se detectan mejor las grietas en las ventanas

El frío y el viento también pueden contribuir a la localización de problemas de aislamiento o grietas por las que se cuele el frío. Hay que prestar especial atención a las que se abren entre las ventanas y la pared. Si se abren grietecillas en ese punto, se romperá el aislamiento de las ventanas.

En verano, cuando no solo no hace aire sino que o bien están abiertas para refrescarse o hay ventiladores o aires acondicionados en funcionamiento, no se pueden detectar. Por el contrario, en invierno se notará aire pasando a través de ellas, y podrán taparse durante la reforma.

En cualquier caso, si una vez realizadas las reparaciones se detecta que las humedades siguen apareciendo, se pueden reparar con rapidez. Lo mismo si sigue entrando aire frío. Es probable que los operarios sigan todavía trabajando cuando aparezcan los problemas. De otra manera, si la reforma se hace en verano, es posible que hasta el invierno no surjan los problemas de la reforma.

En ese caso, tocará localizar al jefe de obra o la empresa de la reforma, comunicar el problema, esperar a que venga, etc. Una vez comprobada la existencia de la deficiencia, hay que esperar a que vengan a repararla, etc. De otra manera, se podrá reparar prácticamente en el momento.

La reforma estará lista para el verano

A pesar de que muchos opinan que es mejor hacer la reforma en verano, porque hay más luz y con el calor se seca antes, no es así. Si la haces en invierno, en verano la tendrás terminada. Podrás disfrutar de tu renovada casa con una temperatura más agradable. No tendrás que tenerla todo el día abierta de par en par para esperar que seque la pintura o la escayola. Y, además, no tendrás que esperar a que terminen para poder irte de vacaciones.

Por otra parte, en caso de que tengas familiares y amigos que vivan fuera y quieran visitarte, es más probable que lo hagan en verano. En invierno, el mal tiempo no invita a viajar. Y en verano, con la casa llena de obras, no podrás atenderles debidamente. Ni tener un espacio adecuado para que se alojen en ella. Dejándola lista en invierno, acabas con todos estos inconvenientes.

Contenido validado por María Luisa De La Rubia
Socia Fundadora en Reformadisimo