El craquelado es una técnica decorativa utilizada tanto en la pintura artística como en la restauración y decoración de superficies arquitectónicas y muebles. Consiste en la creación de un efecto de pequeñas grietas o fisuras en la superficie de la pintura o barniz, simulando el envejecimiento natural del material. Este acabado busca replicar el aspecto de piezas antiguas que han desarrollado una red de grietas debido al paso del tiempo, la exposición a distintos elementos ambientales y el envejecimiento de los materiales.
El proceso de craquelado puede realizarse de diversas maneras, dependiendo del efecto deseado y los materiales empleados. Generalmente, se aplica una capa base de pintura o barniz sobre la superficie a decorar. Una vez seca, se aplica una segunda capa con una composición química diferente que, al secarse, se contrae y forma las características grietas. El tamaño y la densidad de las grietas pueden variar según la técnica empleada y los productos utilizados, permitiendo una gran variedad de acabados, desde fisuras finas y delicadas hasta grietas más pronunciadas y rústicas.
El craquelado es apreciado por su capacidad para conferir un carácter vintage o envejecido a los objetos, creando una sensación de historia y autenticidad. Es comúnmente utilizado en la restauración de muebles, marcos de cuadros, cerámicas y otros objetos decorativos para devolverles su apariencia antigua o para armonizar con un entorno de estilo clásico o rústico. Además, en la pintura artística, el craquelado se emplea para agregar textura y profundidad, ofreciendo un atractivo visual adicional a las obras.
En el contexto de la arquitectura y la decoración de interiores, el craquelado puede ser aplicado en paredes, techos, y detalles ornamentales para crear un ambiente acogedor y nostálgico. Su versatilidad y capacidad para transformar visualmente superficies modernas en elementos con una apariencia de antigüedad hacen de esta técnica una herramienta valiosa en la creación de ambientes con carácter y personalidad.