El gotelé es una técnica decorativa utilizada en la pintura de paredes y techos, especialmente popular en España durante las décadas de 1970 y 1980. Consiste en la aplicación de una mezcla de pintura y un aditivo espesante (a menudo yeso o similar) sobre una superficie, creando un acabado texturizado con pequeñas gotas o salpicaduras. Esta técnica tiene varias ventajas, como la capacidad de ocultar imperfecciones en las paredes, tales como grietas, golpes o irregularidades en la superficie, proporcionando un aspecto uniforme y decorativo.
Para aplicar el gotelé, se suele utilizar un rodillo especial o una pistola de aire comprimido que proyecta la mezcla sobre la pared. Una vez seca, la superficie adquiere una textura granulada característica que puede ser pintada con una capa de color para lograr el acabado final deseado. Aunque el gotelé ha caído en desuso en los últimos años, siendo reemplazado por acabados más lisos y modernos, sigue siendo una opción en ciertas reformas y decoraciones, especialmente en estilos retro o cuando se busca un toque vintage.
La eliminación del gotelé puede ser un proceso laborioso, ya que requiere lijar o aplicar productos químicos para alisar la superficie antes de poder repintar o aplicar otros tipos de acabados. Sin embargo, su durabilidad y capacidad para enmascarar defectos siguen siendo apreciadas en algunas circunstancias.