El término temple en el contexto de la construcción y la decoración se refiere a una técnica de pintura al agua utilizada principalmente en interiores para recubrir paredes y techos. Este tipo de pintura, también conocida como “pintura al temple”, está compuesta por una mezcla de agua, pigmentos, cola orgánica y, a menudo, polvo de mármol o cal. El temple se ha utilizado desde tiempos antiguos debido a su fácil aplicación, su acabado mate y suave, y su coste relativamente bajo en comparación con otras técnicas de pintura.
El uso del temple es particularmente común en superficies interiores donde se busca un acabado homogéneo y mate. Es ideal para paredes de yeso o estuco, ya que se adhiere bien a superficies porosas y permite que estas respiren, lo que ayuda a evitar problemas de humedad. Además, su textura y su capacidad para ser fácilmente retocada la convierten en una opción preferida para proyectos de renovación y mantenimiento de interiores.
Aunque el temple es menos resistente al desgaste y al lavado que otras pinturas modernas como las pinturas plásticas o acrílicas, sigue siendo una opción popular para aquellos que buscan un acabado tradicional o histórico en sus interiores. También es valorado por su capacidad para crear efectos decorativos, como el falso estuco, y su facilidad para ser aplicado con diferentes técnicas, como brocha, rodillo o esponja, permitiendo una gran versatilidad en los acabados.