El vidriado es un proceso que se aplica principalmente a la cerámica para cubrir su superficie con una capa vítrea, proporcionando tanto un acabado estético como una protección adicional. Esta capa de vidriado se crea mediante la aplicación de una mezcla líquida de minerales y óxidos metálicos sobre la pieza de cerámica, que luego se cuece a altas temperaturas en un horno. Al fundirse, el vidriado forma una superficie brillante, lisa y impermeable que mejora la durabilidad y la resistencia de la cerámica a la humedad, las manchas y otros agentes externos.
Existen diferentes tipos de vidriado, dependiendo del acabado deseado. Los vidriados pueden ser transparentes o translúcidos, opacos, brillantes, mate o satinados, y pueden aplicarse en una amplia gama de colores. El color y la textura del vidriado se determinan por la composición química de los materiales utilizados y la temperatura a la que se cuece la cerámica. Por ejemplo, el uso de óxidos metálicos como el cobalto, el cobre o el hierro puede producir colores azul, verde, rojo o marrón, respectivamente. Además, las técnicas de aplicación, como la inmersión, el vertido, el cepillado o la pulverización, también influyen en el acabado final del vidriado.
El vidriado no solo aporta valor estético, sino que también es esencial para la funcionalidad de las piezas cerámicas, especialmente en objetos que deben ser impermeables o resistentes al desgaste, como azulejos, vajillas, y elementos decorativos. En las reformas, los azulejos vidriados son muy comunes en baños, cocinas y otros espacios donde la resistencia al agua y la facilidad de limpieza son importantes.